domingo, 28 de marzo de 2010

Camino de la Europa 2020. La puesta en marcha de la nueva Estrategia europea (y IV).

Para concretar los avances en cada uno de los objetivos prioritarios que acabo de explicar, la Comisión propone un conjunto de iniciativas, que califica de “emblemáticas”, para desarrollar durante todo el período y que sean el punto de referencia para ver y concretar cómo se avanza en la consecución de los objetivos. Son las siguientes:


-- “Unión por la innovación, con el fin de mejorar las condiciones generales y el acceso a la financiación para investigación e innovación y garantizar que las ideas innovadoras se puedan convertir en productos y servicios que generen crecimiento y empleo”. De especial interés me parece la propuesta de adoptar medidas que permitan disponer de un número suficiente de licenciados en ciencias matemáticas e ingeniería, y también la de centrar el currículo “en la creatividad, la innovación y el espíritu emprendedor”.


-- “Juventud en movimiento, para mejorar los resultados de los sistemas educativos y facilitar la entrada de los jóvenes en el mercado de trabajo”. Hay que potenciar los programas europeos de movilidad internacional educativa, una política de empleo europea para los jóvenes que permita estancias formativas en otros Estados, acoplar adecuadamente los sistemas educativos con las necesidades (que recuerdo que son cada vez más cambiantes) del mercado laboral, y promover el reconocimiento del aprendizaje tanto formal como informal.


-- “Una agenda digital para Europa, con el fin de acelerar el despliegue de internet de alta velocidad y beneficiarse de un mercado único digital para las familias y empresas”. Además de solicitar un incremento importante de los fondos económicos, se plantea la necesidad de la promoción del acceso a internet y su utilización por todos los ciudadanos europeos, debiendo intensificarse las acciones educativas y formativas que apoyen la alfabetización digital y la accesibilidad.


-- “Una Europa que utilice eficazmente los recursos, para ayudar a desligar crecimiento económico y utilización de recursos, apoyar el cambio hacia una economía con bajas emisiones de carbono, incrementar el uso de fuentes de energía renovables, modernizar nuestro sector del transporte y promover la eficacia energética”. Para la Comisión, y estas propuestas son objeto de intenso debate tanto en el ámbito europeo como internacional, y así lo demuestra la reciente reunión de Copenhague, se trata de desligar el crecimiento económico del uso de recursos y de energías, debiendo “reducir las emisiones de CO2, reforzar la competitividad y promover una mayor seguridad energética”. Como medida concreta que puede tener un impacto directo sobre el empleo, se pide la eliminación de subvenciones que producen deterioro medioambiental, pero se acepta que se mantengan, de forma limitada, “para las personas con necesidades sociales”.


-- “Una política industrial para la era de la mundialización, para mejorar el entorno empresarial, especialmente para las PYME, y apoyar el desarrollo de una base industrial fuerte y sostenible, capaz de competir a nivel mundial”. Cobran aquí especial importancia a mi parecer las propuestas de avanzar en la reestructuración de sectores empresariales en crisis hacia otros con futuro, con ayuda de los fondos económicos de la UE y señaladamente del Fondo europeo de adaptación a la globalización, así como también las de promoción de la responsabilidad social de las empresas como elemento clave “para contar con la confianza a largo plazo de empleadores y consumidores”.


-- “Agenda de nuevas cualificaciones y empleos, para modernizar los mercados laborales y potenciar la autonomía de las personas mediante el desarrollo de capacidades a lo largo de su vida con el fin de aumentar la participación laboral y adecuar mejor la oferta y la demanda de trabajos, en particular mediante la movilidad laboral”. Nuevamente se insiste en la importancia de adoptar las medidas económicas, educativas y formativas necesarias para posibilitar la adquisición de nuevas cualificaciones y la adaptación a las nuevas condiciones que se dan en los mercados laborales, basando buena parte de las nuevas propuestas en las recogidas en anteriores documentos que plantean la necesidad de la puesta en marcha de una nueva agenda europea de nuevas cualificaciones y empleos, cuestión que ya he abordado en numerosas ocasiones en el blog.


Se trata, en definitiva, y para garantizar la continuidad del modelo social que inspira la UE, de “habilitar a las personas mediante la adquisición de nuevas cualificaciones, con el fin de que la población actual y futura se adapte a las nuevas condiciones y a potenciales cambios de carrera, reducir el desempleo e incrementar la movilidad laboral”. En este punto, y para tomar en consideración aquello que se está haciendo en el mismo ámbito por nuestros competidores económicos, es bueno fijarse en el reciente Informe económico anual del Presidente de los Estados Unidos, hecho público el 12 de febrero, en el que también se insiste en la importancia del cambio y en la necesidad urgente de adoptar medidas educativas, formativas y laborales para que la población trabajadora se adapte al mismo. Tal como se afirma en la introducción del capítulo 8:

“As we begin to recover from the recession, we will see a new and much-changed labor market. Some industries that grew unsustainably large in recent years, such as construction and finance, will recover but will not immediately return to past employment levels. The same may be true for traditional manufacturing, which has been shrinking as a share of the economy for decades. The pace of employment decline will surely moderate after the recession, but many former workers in traditional manufacturing will need to transition into new, growing sectors”.


-- “Plataforma europea contra la pobreza, para garantizar la cohesión social y territorial de tal forma que los beneficios del crecimiento y del empleo sean ampliamente compartidos y las personas que sufren de pobreza y exclusión social pueden vivir dignamente y tomar parte activa en la sociedad”. Se trata de mejorar el método abierto de coordinación y convertirlo en una plataforma de cooperación entre Estados, de efectuar un buen uso de los recursos económicos de los fondos estructurales, en especial del Fondo Social Europeo , y de poner en marcha medidas laborales y sociales que tomen en consideración la problemática de los colectivos vulnerables. En concreto, se pide por la Comisión que esta iniciativa permita poner en marcha “una educación innovadora, formación y oportunidades de empleo para las comunidades más desasistidas, luchar contra la discriminación (por ejemplo la de los discapacitados) y desarrollar una nueva agenda para la integración de los inmigrantes con el fin de que puedan explotar plenamente su potencial”.


9. Una semana después el Parlamento Europeo se pronunciaba sobre la Estrategia 2020, manifestando en términos generales su satisfacción por la puesta en marcha de una nueva política que corrija las deficiencias observadas en la aplicación de la estrategia de Lisboa, señaladamente su complejidad y las deficiencias en la puesta en marcha de una gobernanza adecuada, y de ahí que se valore positivamente la decisión de fijar menos objetivos a alcanzar pero más claros, realistas y cuantificables. De esta manera el PE daba respuesta positiva a la manifestación de la Comisión, recogida en su documento de 3 de marzo, que esperaba con interés “las opiniones y el apoyo del Parlamento europeo para que Europa 2020 sea un éxito”.

Desde la perspectiva de las políticas sociales, me interesa destacar el énfasis del PE en la puesta en marcha de una ambiciosa agenda social y en la creación de mercados de trabajo incluyentes y competitivos “mediante la reestructuración de los sistemas de Seguridad Social y el establecimiento de una mayor flexibilidad para los empleadores en combinación con unas prestaciones de desempleo adecuadas a corto plazo y el apoyo a la reempleabilidad”. También comparto el planteamiento del PE respecto a la petición formulada a la Comisión para que propusiera medidas, que podían incluir sanciones, para los países que no cumplan con los objetivos aprobados, e incentivos para aquellos que sí lo hagan.

10. En el proyecto de orden del día comentado del Consejo Europeo del 25 y 26 de marzo, presentado por el Presidente del Consejo Europeo, se recogían los principales puntos que se esperaba que fueran abordados. Según la nota oficial de la presidencia, “basándose en la Comunicación de la Comisión "Europa 2020", se solicitará al Consejo Europeo que dé su visto bueno al marco general de la nueva estrategia de la Unión para el crecimiento y el empleo. En especial, se le solicitará que ultime la gobernanza de la estrategia y que acuerde un número limitado de objetivos cuantitativos a escala comunitaria, que se plasmarán posteriormente en objetivos nacionales diferenciados”.

Pues bien, hay que decir que el Consejo Europeo ha alcanzado un acuerdo sobre tres de los cinco grandes objetivos propuestos en el documento antes examinado, en concreto sobre tasas de empleo, innovación y formación, y reducción de gases de efecto invernadero; por el contrario, ha tenido que aplazar hasta el mes de junio la posible concreción de los objetivos en los ámbitos de reducción de los índices de abandono escolar e incremento de la población con estudios superiores, y del de personas que se encuentran en situación de pobreza, dadas las discrepancias existentes en estos dos últimos apartados entre la Comisión y varios Estados sobre quien es competente para adoptar dichas decisiones. Para el ámbito educativo se dispone que será el consejo europeo de junio el que establecerá “los porcentajes numéricos” y para la integración social simplemente se acuerda (¿no debería dedicarse mucha más atención a este grave problema de las personas sin recursos?) que se “volverá a estudiar esta cuestión” en la reunión de junio.


El Consejo ha hecho buena la propuesta de la Comisión en el documento de 3 de marzo, es decir el respaldo en primer término del enfoque general de la Estrategia, dejando para la reunión del mes de junio su aprobación definitiva y también la de las directrices integradas y los objetivos nacionales que permitan ponerla en marcha inmediatamente.


En el ámbito de las políticas de empleo, la atención se prestará a partir de la puesta en marcha de la nueva estrategia en la población de 20 a 64 años (probablemente la decisión de fijar la edad mínima tenga mucho que ver con los procesos de ampliación real de la edad de permanencia en el mundo educativo y en los objetivos marcados por los poderes públicos de ir ampliando la edad de escolarización obligatoria), para la que se fija la consecución de la tasa del 75 % de empleo en el 2020. Para conseguirla, se plantea la necesidad de conseguir una mayor participación en el mercado de trabajo de los jóvenes que alcancen la edad “de partida”, aquellos a los que púdicamente se califica de mayor edad y que me imagino que seguirán siendo los de 55 a 64 (trabajadores de edad avanzada, en terminología de la Organización Internacional del Trabajo), las personas que tienen una baja cualificación profesional (para las que será necesario articular medidas formativas adecuadas para su mejora) y la de los inmigrantes legales (obsérvese la precisión jurídica con respecto al estatus administrativo de la población inmigrada, coherente con las políticas comunitarias recogidas en el nuevo Programa de Estocolmo y que apuestan por un fortalecimiento de la integración regular y ordenada de los migrantes en el mercado de trabajo europeo).


Desde una perspectiva más indirectamente relacionada con el mundo del trabajo, pero al que también afectan sin duda, el Consejo vuelve a fijar un objetivo ambicioso en materia de recursos económicos, públicos y privados, que deberían dedicarse a la investigación y desarrollo durante la presente década, cifrado en el 3 % del PIB; por otra parte, se aprueba el llamado paquete 20/20/20, es decir “reducir la emisión de gases con efecto invernadero en un 20 % con respecto a los niveles de 1990; incrementar hasta el 20 % la proporción de energías renovables en el consumo final de energía; y avanzar hacia un aumento del 20 % en el rendimiento energético”.

Como cuestión organizativa, por lo que respecta a la actuación de los poderes comunitarios y de los respectivos Estados, el plan aprobado tiene sensibles puntos de coincidencia con el mecanismo actual de reparto de poder, en el bien entendido que todavía sigue siendo objeto de debate, y sin duda lo será hasta poco antes del Consejo de junio, cuál será el grado de poder que tendrá las instancias comunitarias para controlar las políticas adoptadas por cada estado y, en su caso, que medidas sancionadoras o de control de actuaciones contrarias a las decisiones comunitarias puedan establecerse. En tal sentido, me parecen importantes las conclusiones del Consejo en las que se afirma que “se reforzará la coordinación de la política económica general haciendo un mejor uso de los instrumentos facilitados por el artículo 121 del Tratado (TFUE)” y que “se fortalecerá la coordinación de la zona del euro para abordar los retos que afronta esta zona. La Comisión presentará antes de junio de 2010 propuestas a este respecto haciendo uso de los nuevos instrumentos de coordinación económica ofrecidos por el artículo 136 del Tratado (TFUE)”.


En el anexo de las conclusiones se detallan cuáles serán las próximas etapas de la puesta en marcha de la “nueva estrategia europea para el empleo y el crecimiento” que sustituirá (al menos formalmente) a la Estrategia Europea para el Empleo puesta en marcha en 1998 y que alcanzó su punto álgido de desarrollo al mismo tiempo que la Estrategia de Lisboa 2000 (revisada en 2005), anexo que debe leerse en relación con el propio texto, o más concretamente con algunos apartados de las conclusiones.


En primer lugar, la Comisión presentará unas propuestas de directrices integradas “más específicas”, que sin duda reducirán el número de las recogidas hasta ahora tanto en materia de empleo como de política económica, que tras los debates en las instancias comunitarias puedan ser aprobadas en el Consejo de junio.


Mientras ello se produce, tanto la Comisión como los Estados miembros trabajarán para identificar cuáles son los “principales obstáculos” en los respectivos ámbitos territoriales para el crecimiento, con el objetivo de sean tomados en consideración cuando se elaboren por los Estados sus programas nacionales de reforma. Para fijar los objetivos nacionales, es decir para concretar en sede estatal los 3 (de momento) grandes objetivos comunitarios, cada país lo hará de acuerdo con sus circunstancias nacionales y con un estrecho diálogo con la Comisión para velar para que se adecuen a los objetivos comunitarios, debiendo ello ser objeto de examen en el Consejo (al que ciertamente no le va a faltar trabajo) del próximo mes de junio.


Ese trabajo, y esos objetivos, serán tenido en consideración por parte de la Comisión cuando presente el próximo otoño (“a más tardar”, se afirma en las conclusiones) las medidas necesarias para aplicar la nueva Estrategia. En el mismo período de tiempo (obsérvese que estamos hablando de sólo seis meses para la adopción de las nuevas medidas), los Estados presentarán sus programas nacionales reforma y detallarán como y de qué forma van a aplicar la nueva Estrategia comunitaria, debiendo poner especial énfasis en las actuaciones que sean necesarias para cumplir los objetivos nacionales y en las medidas “para eliminar los estrangulamientos que frenan el crecimiento a escala nacional”.


A fin de incentivar el proceso de reforma, el Consejo cree que las medidas que se adopten por los Estados en tal sentido “deberían recibir el máximo apoyo mediante la movilización de todos los instrumentos pertinentes de la UE, incluidos instrumentos de financiación innovadores en cooperación con el Grupo del BEI”.


11. Concluyo. Ahora hay que poner en marcha el proceso de concreción de la nueva Estrategia para su definitiva aprobación el mes de junio según el calendario propuesto en el documento de 3 de marzo.

En cualquier caso, para que la nueva política comunitaria tenga éxito social, requerirá de una mayor adaptación a las necesidades de la gran parte de la población europea que la que ha existido en el período posterior a la revisión en 2005 de la estrategia de Lisboa, y está por ver si todos los Estados, o más concretamente sus gobiernos, están por esa labor. En caso afirmativo podremos plantearnos cómo mejorar el modelo social europeo en el marco de una realidad económica y social a escala mundial cada vez más interdependiente y que no podemos nunca olvidar en nuestros análisis; en caso contrario, el riesgo de una mayor conflictividad y exacerbación de las tensiones sociales está servido.

Sería bueno y necesario concretar mucho más los objetivos sociales a alcanzar y reforzar la dimensión social de la Europa 2020, con un correcto equilibrio entre las dimensiones económica, medioambiental y social. ¿Estamos preparados para ello, lo conseguiremos, y hago mía la letra de una preciosa canción de Bon Jovi de 1995, o nos resignamos a un mundo peor para la mayor parte de la población?

1 comentario:

Esther dijo...

Fantástico y además muy didáctico. Gracias.